3. Los primeros pasos desde la entrevista periodística como crítica de arte. Macario Matus

Introducción

El presente texto refiere la trayectoria que realicé y continúo ejerciendo, dentro de las páginas de los diarios nacionales. Por razones prácticas y necesidad existencial, empecé a entrevistar a los artistas de México y a los extranjeros que exponían sus obras y ofrecían conferencias acerca de su labor. Entre otros:

Han sido 35 años de trabajo intenso, extenso e inmenso, mas gratificante. Todo ha sido con ele afán de entender el arte. Sigo aprendiendo. Es una experiencia que talvez no se pueda repetir en otras instancias y por otras personas, porque el hecho creativo, aún en el ámbito del periodismo, es único, personal, por demás accidental.

Antes de abordar el tema central anunciado, se debe comentar algo acerca del lenguaje que se sugiere utilizar, según el espacio desde el cual se publiquen los artículos. Por cierto, hay dos periódicos muy poderosos, en economía, en la Ciudad de México, que no tienen suplementos culturales y más de sus cinco páginas lo dedican a los deportes, estos son Excélsior y Reforma.

Habrá que pensar que nuestros probables lectores son indeterminados y es posible nos lean en la provincia. Entonces el lenguaje debe ser llano, liso, sin tanta erudición, directo y accesible para todo público. Un lenguaje oscuro y críptico, como acostumbran muchos críticos de hoy, no funciona. Este tipo de escritura soberbia aleja al gran público y por ende, de las obras de arte.

Para una revista; aún la no especializada, el lenguaje es un poco más elevado. Para un catálogo el lenguaje debe ser casi científico. Si se escribe una reseña, debe ser breve el texto pero de una síntesis contundente. Nunca olvidar que el texto crítico es para disuadir, persuadir, convencer, invitar al lector para que visite la exposición de arte que se comenta.

En mi caso particular, por eso me odian los compañeros de la crítica de arte, elijo una obra o varias de la muestra plástica y la describo, la pinto con palabras, la dibujo con sus manchas o colores, resalto los detalles, descubro al veedor lo que casi está oculto en el cuadro. Todo es función pedagógica, didáctica. Porque no hay pueblo insensible ante las obras de arte. La intención es hacer que el público, el lector, participe y acuda a la exhibición que se comenta y complete el círculo de la comunicación humana a través del arte. El pueblo de México es muy sensible, sólo habrá que orientarle y que el arte no sólo es para una determinada capa social, de intelectuales exquisitos y de ente ociosa.

Sobre todo, en una exposición de obras figurativas, abstractas o geométricas, hago un viaje rápido para explicar cómo se llegó a esa tendencia o corriente pictórica. Así se gana a un visitante, un degustador de arte y un compañero de viaje. Insisto, un crítico de arte debe tener la función de socializar el arte para que el círculo de conocimiento ya no sea individual y colectivo. Entre todos podemos ampliar esa familia de gozosos del arte en general.

Los primeros pasos en la Crítica de Arte en los Periódicos

Estaba yo predestinado a dedicarme a las letras, aunque tardíamente pude arribar a tal propósito, no exento de sinsabores y colmado de alegrías. Encontré mi vocación a los 26 años.

Como hijo de pueblo fui impelido por voces familiares a estudiar una profesión que redituara ganancias monetarias. Pensé en una carrera corta y con seguridad económica pronta. Era trabajar y estudiar, mi juventud potro sin freno, lo hizo posible. Ingresé y egresé en la Escuela Nacional para Maestros. Tenía yo horrorosamente 16 años. Laboré en las escuelas primarias de los alrededores del Distrito Federal, donde los alumnos eran de mi misma edad; les enseñé letras y ellos orientaron mi vida. Concluí la profesión de Contador Público en la UNAM. Hacía números y los descifraba. Nunca estuve contento porque mi imaginación vagaba y divagaba. Era una cárcel la oficina, sólo me salvaba un libro de cuentos o novela que siempre traía en el portafolio. También revistas de arte y política. Asistía a conferencias y lecturas de los grandes escritores de México y América Latina. Combinaba las actividades: la técnica y el arte, la cultura y lo abstracto numérico.

Con el título en la mano me presenté con la subdirectora de el periódico El Día, y l entregué una crónica de las pláticas que ofrecía Octavio Paz en el Colegio Nacional, preguntándole si servían tales textos, no fieles sino entreverados con aportaciones personales. --Sí, valen, dijo, ahora mi salvadora de vocación. Y fueron publicados. Luego vinieron las entrevistas con los grandes escritores de habla hispana: Borges, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Ernesto Cardenal y muchos pintores extranjeros que llegaban a exponer a México. Los iba a esperar en el aeropuerto y un día antes ya tenía yo el retrato de ellos, en base a sus declaraciones y publicaba fragmentos de sus creaciones literarios o plásticas en imágenes. Hacía un reporterismo original por lo audaz y la oportunidad de la noticia. Todo se hizo por hambre y un poco por soberbia íntima.

Las preguntas, sólo cinco, eran directas y conmocionadotas, picar la cresta y no esconder la mano. A Carpentier le inquirí, ¿qué puede hacer la literatura para la liberación de América Latina? Contestó, mucho, si están quemando los libros de Neruda en Chile, es que los libros de arte son un acicate para los tiranos.

A Ernesto Cardenal, le pregunté, ¿Es cierto que su musa es Somoza?, y el público me abucheó, pero el santo trapense, dijo, es cierto, es mi primo ese hijo de puta. Y la noticia corrió por toda América nuestra. A Carlos Pellicer le pregunté su opinión acerca de lo dicho por Borges, que la serpiente emplumada que tocó en Teotihuacan, era horrenda y, el autor del Discurso por las Flores, respondió, “Borges no sólo está ciego de los ojos, sino también del alma”. Fue otra declaración que recorrió el mundo de lo literario nacional e internacional.

Eran preguntas que nadie se atrevía a hacer por no echar a perder el evento oficial. A Jaime Sabines, a quien le molestó que le ganara tres partidas de ajedrez al hilo, lo fustigué acerca de su seguimiento ripioso de García Lorca. Claro, después me dejé ganar y saqué la entrevista. Todo está publicado en los periódicos y archivado en mi biblioteca particular. En fin, logré entrevistas con los artistas más importantes de mi contemporaneidad.

Las preguntas eran irreverentes pero alegadoras y como se sabe, nadie aguanta un cañonazo a su egolatría. El arma mía era que antes de la entrevista, ya sabía todo acerca del personaje, no sólo su obra sino también sus intimidades.

Hacer hablar a un pintor casi mudo como Tamayo, es ya una afrenta. Le pregunté al oaxaqueño, ¿qué es el color?. Se me quedó mirando como si yo fuera extraterrestre, pero le dije, soy de Juchitán, Oaxaca. Y el silente se soltó con una teoría, acerca del muralismo que tiene como protagonista la idea de la Revolución y no, expresó, en esencia es el color. Yo sólo utilizo gradaciones de un color determinado. Mis temas son universales. Y confesó, eso lo aprendimos de Paul Cezanne y de los Impresionistas.

En los años que Francisco Toledo era mudo, también lo obligué a hablar de sus imágenes, sus escenas eróticas, de la zoofilia, la influencia del arte rupestre de Australia, de lo oriental en su obra. Hablamos de su silencio, de su vestimenta de harapos, siendo de gran solvencia económica, de su discreta militancia política regional, su proyección internacional, del mercado y su generosidad en la creación de museos y organismos de cultura en distintas geografías.

De 1972 a la fecha ya no hago entrevistas. Con tanta sabiduría de los interlocutores aprendí algo. Ahora, dejo que las obras me hablen y comuniquen lo que el creador quiso e intentó explicitar. Tal aprendizaje de tantos años y el trato directo con los pintores, llegué a mirar y admirar más las obras. Veo e imagino, miro y me explico. Todavía puedo comunicar la emoción a los lectores que no conozco. Porque muchos críticos utilizan un lenguaje tan críptico, tan críptico que ni ellos mismo entienden. La consigna es: no ilustrar al público acerca de una obra no figurativa. Si lo explicas, dicen socarronamente, ya nadie nos va leer ni paga por nuestro conocimiento.

Yo replico siempre, eso es un pensamiento burgués acerca del arte. Al contrario, hay que socializar el arte. El pueblo de México y los otros pueblos del mundo, es sensible, porque finalmente todo, los colores y formas, están expresados en la naturaleza. Las frutas, las flores, las formar orgánicas e inorgánicas están pintadas por la naturaleza. La sensualidad interior y exterior, humana, vegetal o animal, están allí. El artista los retrotrae a la vista y lo plasma en una superficie determinada, sólo para decir, yo he visto esta imagen, compártanla conmigo. Por ello, lo expone en un espacio, en una sala, en una galería o museo, para completar el círculo de la comunicación humana.

¿Cómo lograr una entrevista de interés para un público no conocedor del arte e iniciarlo hacia el gusto de visitar exposiciones? Es primordial tener conocimiento del arte pictórico, las corrientes, época, las propuestas: realismo, surrealismo, abstracción, geometría y todas las combinaciones en cuanto a técnica y representaciones. Para escribir, registrar, hacer crónica individual o colectiva, es necesario conocer personalmente al artista o artistas, casi convivir con ellos, saber sus reacciones, gustos, repelencias, hábitos, correspondencias vivénciales, entorno, realidades, sueños, ensueños, fantasías, retos, logros, amores, amoríos, triunfos y fracasos en sus propuestas personales, artísticos, fobias y encantos, desencantos.

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