Cuando se me invitó a participar en esta mesa redonda llegue a la conclusión de que tenía una asignatura pendiente por resolver.
Asignatura que desde hace varios años, por diversas circunstancias, había, obviamente, dejado pendiente. Y esta es la creación de una asociación en la que participen aquellas personas que se han dedicado a la crítica y la investigación de cine en México.
Y ahora paso a exponer ante ustedes algunas reflexiones sobre la crítica y la investigación cinematográfica en México, así como los elementos que pongo a su consideración para poder formar más adelante la Asociación Mexicana de Críticos e Investigadores de Cine (AMCRIC), en la que también participarían aquellas personas que se han dedicado por su cuenta a escribir sobre personajes y géneros cinematográficos.
En la década de los años 70, hace más de 30 años, se dio en nuestro país una discusión y a la vez una división entre los críticos de cine. Situación que si bien es cierto ya muchos ni se acuerdan, se sigue dando de una manera u otra hasta nuestros días.
Los críticos de cine de ese entonces se dividieron entre los seguidores de Emilio García Riera y de Jorge Ayala Blanco.
Al paso del tiempo los resabios entre unos y otros se fueron limando, aunque cada grupo por su lado siguió con su trabajo en diversas instituciones y publicaciones, algunas de ellas creadas por cada grupo.
Los garcíarrieristas trabajaron por ejemplo en la revista Cine, editada por la Cineteca Nacional y al final por el Instituto Politécnico Nacional; crearon la revista DICINE, hasta hace algunos años y publicaron en el Centro de Investigaciones y Enseñanza Cinematográficas de la Universidad de Guadalajara varios libros.
Los ayalistas por su cuenta fueron muy solicitados por diversas publicaciones, estaciones de radio y canales de televisión, y llegaron a crear incluso las revistas Intolerancia que fue dirigida por Gustavo García y Nitrato de Plata por el escritor José María Espinasa.
Jorge Ayala Blanco sigue publicando libros sobre la situación del cine internacional y mexicano contemporáneos, sus carteleras cinematográficas con María Luisa Amador y en el periódico El Financiero.
Críticos como Gustavo García y José Felipe Coria, entre otros, escriben cotidianamente y en el caso del primero mantiene un programa de radio en el Grupo Radio Centro, cada sábado al medio- día y actualmente escribe en el periódico Record.
Otros críticos e investigadores cinematográficos como José de la Colina, Tomás Pérez Turrent, Carlos Monsiváis, Francisco Sánchez, Arturo Garmendia, Gustavo Arturo de Alba, Rafael Aviña, Nelson Carro, José Xavier Navar, Leonardo García Tsao, Arturo Arredondo, David Ramón, Mauricio Peña, Julia Elena Melche, Carlos Bonfil, Ricardo Pohlenz, Fernanda Solórzano, Javier Betancourt, Raquel Peguero, Luis Tovar, Perla Ciuk, Ysabel Gracida, Jorge Carrasco, Miguel Caine, Andrés de Luna, Gustavo Moheno, Ernesto Diezmartínez, Víctor Bustos, José Antonio Valdés Peña, Leopoldo Villarello, Fernando Bañuelos, entre otros, han aportado en los últimos años sus puntos de vista para el desarrollo de la crítica de cine en nuestro país.
Hay que aclarar que los críticos de cine, salvo el caso de PECIME, que en su época dorada (años 50, 60 y 70) tenía entre sus miembros a los críticos más respetados como Francisco Pina y Efraín Huerta, entre otros, no ha habido en México un organismo que los reúna en una asociación.
Por ello es que a través de esta ponencia, estoy llamando a los críticos y a los investigadores de cine, a la creación de la “Asociación Mexicana de Críticos e Investigadores de Cine”, con la intención de darle mayor relevancia a nuestro trabajo en las instituciones y/o medios en los que cada uno de nosotros nos desarrollamos.
La asociación tendría, aparte de la labor de conocernos e intercambiar puntos de vista sobre el trabajo crítico y de investigación, incidir en la política de programación de las salas comerciales y culturales ante la crisis actual de la exhibición, distribución y producción cinematográfica en nuestro país.
Ya formada la asociación, a través de sus integrantes, podríamos dar reconocimientos cada año a las películas nacionales y extranjeras exhibidas en México. También destacaríamos los ciclos más relevantes presentados en los foros culturales y alternativos existentes en las ciudades más importantes del país (México D.F., Guadalajara, Monterrey, Xalapa, Aguascalientes, Morelia, Puebla, Villahermosa, Durango, Ciudad Juárez, Guanajuato, Querétaro, Mérida, Oaxaca, Cuernavaca, Toluca, entre otras).
Una de las labores más importantes de la asociación sería la publicación de textos, ensayos e investigaciones sobre el cine, mediante convenios con otras instituciones y/o editoriales, ya que existen la necesidad y el interés en este campo.
La creación de la asociación también podría servir para recuperar, con la participación de sus integrantes, la función del cineclubismo, hoy casi en desuso, pero que es muy necesario para afirmar los públicos actuales y crear otros públicos de cinéfilos que sean educados y sensibilizados por los debates que se susciten al analizar las películas que se presenten, tanto actuales como antiguas, a través de los ciclos cinematográficos programados.
Otra de sus tareas sería la publicación de una revista de cine, en la que participarían los que formen parte de la asociación con los comentarios críticos de las películas, ciclos o temas que deseen abordar, así como la edición de textos sobre personalidades y géneros cinematográficos, de autores invitados y/o adelantos de los libros por publicarse.
La Asociación Mexicana de Críticos e Investigadores de Cine, invitaría a participar en sus reuniones a aquellas personas que se dedican a investigar por su cuenta o que conservan y/o coleccionan documentos sobre actores actrices, realizadores y técnicos del cine nacional y/o extranjero para que aporten ideas sobre la historia y el desarrollo del llamado séptimo arte.
Otra de las tareas de la AMCRIC sería buscar el reconocimiento de las instancias oficiales de sus socios así como pugnar por los apoyos económicos de las tareas arriba enunciadas.
También pugnaremos porque el cine sea reconocido como un arte y no quedarnos ante la aceptación general que lo sigue considerando como un simple entretenimiento o en el mejor de los casos como parte de una industria.
En la actual situación de la industria cinematográfica ha sido irrelevante la participación de la crítica. Cuando mucho ha puesto en duda la supuesta “buena salud” del cine mexicano por los premios ganados por González Iñárritu, Del Toro y Cuarón en el extranjero, ya que si bien es cierto los realizadores son mexicanos, sus filmes han sido producidos en el extranjero o en coproducción y forma más bien parte de una estética personal que ha sido aprovechada más que nada por los reporteros de espectáculos de los periódicos, las revistas, la televisión y la radio. Y hasta por algunos comentaristas y editorialistas de las secciones políticas de diarios y revistas tratando de aparentar que existe una industria cinematográfica mexicana cuando en realidad no es así.
También debemos incidir en la discusión actual sobre la revisión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, para que el cine sea considerado como una industria cultural prioritaria y que permanezca fuera de la canasta de productos comerciales que forman parte de dicho tratado y que ha provocado el desmantelamiento de nuestra industria cinematográfica.
En este tenor también se debe apoyar a quienes pugnan por un cambio en la situación del peso en taquilla en la que los productores de cine obtienen mínimas ganancias en la exhibición de las películas.
Agradezco la invitación a este evento y les deseo la mejor de las suertes.
México D.F. 7 de septiembre de 2007
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